La Casa de los Arias Dávila configura, a principios del S.
XVI, este Palacio de Hoyuelos como cabecera de su Señorío, un territorio de
bosques umbríos y tierras de labor, y de almas, Señorío reconvertido por la Ley
de Señoríos Jurisdiccionales en la actual Baronía de Hermoro.
Y sucede que el fundador de la Casa y estirpe, Pedro Arias
Dávila, formado en la Corte de Don Juan II, dejó de lado cacerías y lebreles,
canciones y lecturas, para entretenerse en tareas que se le antojaron de más
lucimiento, como las campañas de Granada y de África y, pasando a mayores, la
conquista luego de Nicaragua, formulando asimismo el diseño de Panamá.
De entonces acá, el palacio ha sido la sede de señores que
alternaron la cultura con el ocio, e incluso con la guerra, culminando el
Señorío a finales del S. XIX en un ilustrado,
el Conde de Cedillo, de la Academia de la Historia, y con cuya hija
menor, Constanza, contrae matrimonio el también ilustrado Marqués de Lozoya,
que mantiene el recinto como lugar estival de estudio y recreo.
Dando un salto colosal en el Túnel del Tiempo, las
vidrieras de miel que caracterizaban la preciosa fachada plateresca del Palacio
dieron pié, en fecha reciente, 1.973, a Víctor Erice para construir en este
mágico espacio un film legendario, El
espíritu de la colmena, un bello y estremecedor revulsivo de la conciencia
nacional de la posguerra.
Y las personas pasan, mas los edificios y su historia
permanecen y, en razón a ello, el Palacio de Hoyuelos abre hoy sus puertas a
nuevas generaciones de viajeros curiosos y trotamundos impenitentes.
Ramón
Ayerra
Barón de
Hermoro